domingo, 4 de diciembre de 2011

Al final del camino

En que lugar te encuentro,
cual será el camino dorado
que me lleve adonde estés en este instante,
quizás se volvió solitario para siempre  
y me enfrento al óxido cotidiano
que nos envolvió en su bruma
 acuñados en las estructuras
de los sagrados principios
de la intolerancia.
Y ya nada es igual en mi vida
ya nada da lo mismo,
puedo andar y desandar caminos
o quedarme a la vera suspendida,
y es seguro que buscaré  
un fragmento de tu piel,  
o aquella mirada
que arrogante esbozaba
los contornos de mis emociones,
como si de ti dependiera  
el destino de mis alegrías.
Porque yo te veía
y podía presentirte en tu universo
y por momentos pretender  
que compartíamos un mismo sueño
de exquisitas  sensaciones,
sin imaginarnos las escalas
o el punto final.  
Presumía que podíamos desaparecer
por un exceso de  sentimientos,
no imaginé el instante mismo de la nada,
ni el abismo de tus silencios,
o la despedida
que nuestras bocas no pronunciaron,
desvaneciéndome 
en la brisa  cotidiana,
removiendo los escombros
de lo que fue mi visión de la felicidad.
Tan despojado quedó  
mi universo de ternuras
que un día mis emociones 
emigraron como pájaros heridos
con sus alas explayadas  
al vibrante ondear de su vuelo.
Sucumbiendo abatidas
en la profundidad
de un horizonte efímero.


Elbi  (Derechos reservados) 

1 comentario:

  1. Me he sentido muy identificada con tu poesía, es muy intima, muy personal y estoy de acuerdo contigo en que no hay dos fuegos iguales dentro de ninguna persona..

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